Llegaba el mundial de 1998 jugado en el país cuya capital es apodada la Ciudad Luz. Después de la coronación como campeón del mundo en Estados Unidos 1994, Brasil buscaba el bicampeonato en Francia 98. Con la participación de 32 selecciones por primera vez en la historia de los mundiales, los locales querían sorprender y dar el impensado batacazo en aquella edición. Por supuesto que equipo había, una zona defensiva compuesta por Desailly, Thuram, Lizarazu, un medio campo que contaba con un par de pulmones extras representados en las figuras de Emmanuel Petit y Deschamps, y más arriba la magia de Zinedine Zidane quien consiguió el año del mundial, de su mundial, el Balón de Oro y en la delantera despuntaba el joven Thierry Henry.
Invictos en la primera fase del mundial donde doblegaron a Sudáfrica, Arabia Saudita y Dinamarca, terminaron con puntaje ideal y además, se conviritó en la selección con más goles anotados en la primera ronda con un total de nueve dianas. Paraguay fue el escollo en octavos de final y fue un gol de Blanc en el minuto 113 del segundo tiempo extra que desequilibró la balanza a favor del cuadro galo.
Sin favoritismo, afrontaba Francia su partido ante la Italia de Cesare Maldini el tiquete a Semifinales. Un partido rácano, con marcador 0-0 al finalizar el tiempo reglamentario y extra, el cotejo se definió por penalties y clasificó el cuadro dirigido por Aime Jacquet.
Croacia era el último obstáculo para alcanzar la final. Un partido vibrante en el que Francia arrancó perdiendo ante la sorprendente Croacia que se puso arriba en el marcador con gol de Davor Suker, supuso en aquella noche en el estadio Saint Denis aquél ocho de Julio, una total efemérides encabezada por el defensa Thuram quien, con sus dos goles, selló el triunfo de Les Blues.
Francia en la final y su rival era Brasil. Lucía complicado, difícil y más porque Brasil tiene esa mística inherente, propia, para jugar esta clase de torneos, sin embargo, la esencia, el carácter, la magia, fantasía, las pinceladas al balón y el manejo de juego por parte de Zidane, recreó una obra de arte que aún es recordada por aquellos que presenciaron ese 12 de Julio en Saint Denis, la coronación intachable, magistral, impecable de una Francia que categóricamente venció a Brasil por marcador de 3-0. París jamás olvida la contundencia con la que su selección doblegó a la canarinha en una final donde las apuestas daban por ganador al equipo de Zagallo.